Las App de transporte amenazan los mototaxi en Vietnam
La irrupción en Vietnam de las aplicaciones de transporte para teléfonos móviles amenaza la subsistencia de miles de mototaxistas tradicionales, que ven cómo sus ingresos se reducen drásticamente por su dificultad para adaptarse a los nuevos tiempos.
Le Van Nho, un mototaxista (xe om, en vietnamita) de 73 años, lleva más de 30 años recogiendo pasajeros en la misma esquina de Ho Chi Minh (antigua Saigón), frente al turístico mercado de Ben Thanh, pero no sabe si resistirá mucho.
"Conozco la ciudad como la palma de mi mano, todos los atajos para evitar el tráfico, pero mi trabajo ahora apenas me da suficiente dinero para vivir. Antes ganaba al menos 200.000 dongs al día (8 euros), pero ahora solo entre 80.000 y 100.000 (3,30 y 4 euros)", cuenta a Efe.
La llegada de Uber y Grab -una aplicación de transporte creada en Singapur y muy popular en el Sudeste Asiático- al mercado en los últimos dos años ha puesto en dificultades a este colectivo, generalmente formado por hombres con pocos recursos.
Acostumbrados a negociar el precio con el pasajero antes de la carrera, muchos se ven incapaces de competir con las tarifas ofrecidas por estas aplicaciones y con la comodidad de contratar el servicio con el teléfono móvil conociendo el importe de antemano.
Aunque Grab y Uber han reclutado a muchos de ellos para su flota de conductores (suman cerca de 20.000 en la ciudad entre las dos plataformas), muchos rechazan integrarse por su desconocimiento de las nuevas tecnologías o por su rechazo a entregar un porcentaje de sus ingresos a estas empresas.
"Me ofrecieron trabajar para Grab, pero soy demasiado viejo para aprender a utilizar un teléfono moderno. Además, me supondría demasiado gasto comprarme uno", comenta Nho.
Sáu, un xe om de 56 años que se aposta en una esquina cercana a la de Ngo, dice rechazar formar parte de estas compañías por principios.
"Juegan sucio, están bajando los precios porque sus conductores suelen ser jóvenes que trabajan de forma temporal. Están dejando sin trabajo a gente pobre. Yo no quiero darles el 15 por ciento de lo que gano, pongo la moto y el trabajo", se queja.
El conflicto ha degenerado en enfrentamientos violentos en algunas zonas de la ciudad, con al menos 65 conductores de Grab atacados por mototaxistas tradicionales el pasado diciembre.
Según Grab, que denunció los asaltos a la Policía y exige a las autoridades una mayor vigilancia, casi todas las trifulcas se han producido cerca del aeropuerto y de dos estaciones de autobuses, territorios que los mototaxistas a la antigua usanza consideran vedados.
Van Thanh Sang, un motorista independiente de 42 años que trabaja en la estación de autobuses urbanos, no está a favor de la violencia pero sí exige marcar territorio.
"No les dejamos entrar, se quedan enfrente. Hace unos meses hubo dos que intentaron coger pasajeros y se formó una pelea, ya no ha vuelto a pasar nada. Pueden trabajar, pero también nos tienen que dejar algo", indica.
Muchos conductores de Grab y Uber evitan ahora dejar ver sus llamativos uniformes de trabajo por las zonas conflictivas. "No me acerco al aeropuerto ni a las estaciones de autobuses porque me da miedo", relata Hieu, un joven de 24 años muy contento de tener con Grab su primer contacto con el mundo laboral.
Por su parte, Pham Ngo An, mototaxista de Grab de 35 años, entiende que existan zonas exclusivas para su competencia porque la llegada de las plataformas digitales ha disminuido mucho sus ingresos.
"Antes ganaban el doble. No estoy a favor de la violencia -afirma- pero es normal que se defiendan. Creo que puede haber trabajo para todos". EFE